jueves, 22 de marzo de 2018

Vuelta a Cabeza de Ranas (Robleluengo. Sierra de Ayllón)

Datos de la ruta:

  • Desnivel: 260 m (aprox.)
  • Distancia:11 km 
  • Actividad: senderismo
  • Dificultad: ruta sencilla. Su única dificultad reside en la orientación ya que transcurre por senderos poco transitados y solitarios. Vistas espectaculares del Ocejón, del Pico del Lobo y del profundo barranco del río Jaramilla.

Descripción

Siempre llevados por un deseo acuciante de respirar aire puro y soledad, nos decidimos por esta ruta en la Sierra de Ayllón tras inspeccionar el mapa. Una zona de modesta altura y rodeada de grandes conocidos como el Ocejón, prometía una jornada de senderos perdidos. Y no nos equivocamos.

Nuestra referencia la situamos en el pueblo de Robleluengo, uno pueblo de tonalidades oscuras y construido a base de grandes lajas de pizarra. Quizá oscurecido por la cercanía del más conocido Majaelrayo, pasa desapercibido de forma injusta.

Salimos del pueblo siguiendo las indicaciones del sendero de pequeño recorrido SL-GU 03 Molino de Majaelrayo. No lo seguiremos durante mucho tiempo, ya que tras pasar un depósito en lo alto del pueblo nos desviamos por un sendero poco marcado que se abre camino entre el olor a jaras.

Senda. Salida de Robleluengo
Senda. Salida de Robleluengo

Iniciamos un ligero ascenso que nos ofrece una vistas magníficas de nuestro vecino el Ocejón, nevadito como un mantecado.

Ocejón. Sierra de Ayllón
Ocejón

Ascendemos pocos metros y empezamos a llanear por la ladera del Cabeza de Ranas (1492 m). Siempre a media ladera, seguimos lo que parece un sendero bien marcado. Avanzamos rodeados de jaras y la superficie pedregosa característica de la Sierra de Ayllón.

A medida que nuestra orientación cambia, también se modifican nuestras vistas. El Ocejón se oculta y, ante nosotros, aparecen las laderas nevadas de los dosmiles que coronan el Parque Natural de Tejera Negra.

Senda y altura del Hayedo de Tejera Negra
Senda y altura del Hayedo de Tejera Negra

El camino asciende y desciende a intervalos regulares salvando los obstáculos pedregosos que nos salen al paso. Desde las alturas abundantes regueros de agua crean una atmósfera cantarina gracias a las últimas lluvias, abundantes y deseadas.

Nos situamos en la ladera norte. Las jaras cede espacio a un frondoso robledal que aún muestra la desnudez invernal. El camino aparece empedrado en algunos tramos y nos transmite la complicidad de compartir algo con los que transitaron en algún momento por estos caminos, quizá hace ya mucho tiempo.

Tramo empedrado. Vuelta Cabeza de Ranas
Tramo empedrado

Tras un pequeño collado giramos e iniciamos un ligero descenso. Nos sorprenden algunos copos de nieve arrastrados por el viento desde las montañas que cierran el horizonte. Al frente, el origen de la lluvia helada: el altivo Pico del Lobo, sus 2.274 metros de altitud le convierten en el techo de la provincia de Guadalajara.

Pico del Lobo (2.274 m)
Pico del Lobo (2.274 m)

La senda serpentea por la ladera del Cabeza de Ranas. La humedad arranca el olor pegajoso de estas montañas. La pizarra aflora escoltando nuestros pasos.

Nuestro giro nos permite cambiar de perspectiva, ahora tenemos a la vista las altas montañas que acompañan a Peña la Cabra. La soledad de estos antiguos caminos es absoluta, nos sentimos como descubridores de lo olvidado.

A nuestra derecha, escondido entre los pliegues de esta rugosa realidad, se precipitan las aguas del río Jaramilla. Su infinita paciencia ha labrado un profundo barranco que otros tortuosos senderos se afanan en superar.

Senda. Ladera del Cabeza de Ranas
Senda

Descendemos hasta alcanzar un pequeño llano a 1.242 m de altitud. Aquí, acompañadas por el frío del invierno, nos encontramos con el resto de un buen puñado de construcciones, todas ellas de pizarra, todas ellas moribundas. Estamos en El Poyal.

Paseamos entre sus paredes imaginando vidas ajenas. Son de importantes dimensiones. Se esconden entre algunas floraciones de pizarra para protegerse del viento de las alturas.

El Poyal
El Poyal

Mientras el sol ilumina los restos de El Poyal, al otro lado del barranco del río Jaramilla se desata una pequeña tormenta de nieve. Algunos copos vuelan caprichosos hasta nosotros, mientras el pueblo de Corralejo desaparece tras una cortina blanquecina.

A pocos metros de las casas nos tropezamos con un fuente seca, la Fuente del Espino, en contraste con el terreno encharcado por el que avanzamos. En este punto conectamos con una pista bien marcada.

Esta pista se queda a escasos metros del recorrido del PR-GU-04 (una ruta muy interesante es hacer una ruta circular que una el PR-GU-04 y el PR-GU-02, recorriendo el Barranco del Jarama). Nosotros seguimos dirección hacia la carretera, de la que nos desviamos a pocos metros de tocarla.

Nuestras botas vuelven al contacto de los viejos caminos. Dejamos atrás las pistas más trilladas, para tomar una senda de la que vemos pequeños parapetos y a tramos se pierde entre los arbustos. Sin pérdida llegamos a una zona de amplias praderas decoradas por la estampa del Ocejón que reaparece recortado contra las nubes.

Buscamos alguna senda al otro lado de la amplia pradera. No es evidente, nos abrimos camino entre los robles hasta que localizamos lo que parece un trazo de senda. Atravesamos varios hilos de agua, hasta alcanzar un cauce algo más nutrido. Hemos llegado al punto conflictivo, hay que acompañar a las aguas en su descenso si no queremos vernos atrapados por las jaras.

Arroyo
Arroyo

Seguimos el curso de agua hasta casi alcanzar la carretera de nuevo, donde enlazamos con una senda más marcada (y que en el mapa aparece como una pista, pero que no pasa de ser un minúsculo trazo).

Atravesamos el arroyo del Soto y empezamos a ganar algo de altura. Un antiguo puente nos permite salvar las aguas de un minúsculo arroyo desbordado. De nuevo volvemos a ascender. Asomamos la cabeza  en la ladera sureste. De nuevo el Ocejón es el protagonista de nuestra panorámica. A sus pies se insinúa el pueblo de Majaelrayo con sus minúsculas casas y amenazado por voluminosas nubes.

Senda a Robleluengo
Senda a Robleluengo

La senda finalmente enlaza con una pista muy marcada, de la cual nos desviamos para probar "suerte" con una última senda que nos tienta sin disimulo. En pocos metros llegamos a las oscuras calles de Robleluengo.

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RECORRIDO:


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INFORMACIÓN PRÁCTICA:

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