miércoles, 10 de mayo de 2017

El valle de los milagros (Santa María del Espino. Guadalajara)

Iniciamos nuestra ruta en la población de Santa María del Espino, población próxima a Iniéstola y Anguita, con un día que prometía ser caluroso.

Los primeros kilómetros los recorremos siguiendo una amplia pista que sale al suroeste del pueblo. A los pocos metros nos adentramos en la sombra y los aromas de los pinares y vemos las primeras construcciones en proceso de ruina.

La pista tiene algunos tramos de pendiente acusada. En pocos metros alcanzamos un pequeños collado a 1272 metros donde se entrecruzan diferentes senderos y pistas. A nuestra derecha se sitúa el Callugar (1307 m). Seguimos la pista de nuestra izquierda, el Carril de los milagros. Seguimos rodeados de un tupido bosque de pinos.

Al alcanzar la parte más elevada se produce un cambio radical de paisaje. Los pinos desaparecen de forma brusca. Las ondulaciones aparecen cubiertas de arbustos, principalmente jaras de aroma pegajoso.

Carril de los Milagros. Zona de jaras
Carril de los Milagros. Zona de jaras

La aparente escasez de arboleda tiene su origen en el pavoroso incendio que asoló esta zona de Guadalajara en el año 2005 y en la que murieron once efectivos de los cuerpos antiincendios precisamente en el Valle de los Milagros. Esta catástrofe medioambiental se inició cerca de la Cueva de los Casares (Riba de Saelices), hacia donde nos dirigimos, y esta zona se vio muy afectada.

Como reliquias de este trágico acontecimiento, nuestro camino está jalonado de troncos cortados que aún conservan el color negruzco impreso por las llamas. Algunas siluetas fantasmales persisten en recordarnos que la prudencia en uno de los elementos básicos en la mochila de cualquier buen senderista.

Restos de incendio
Restos de incendio

A pesar de ello, miramos a nuestro alrededor y el verdor que nos rodea es una llamada vigorosa que demuestra la fortaleza de la naturaleza que el ser humano se empeña en destruir.

La pista tiene varios kilómetros y aquí, a falta de sombras, el sol nos alcanza de lleno. En el Portillo de Valdelaosa (1228 m) tomamos la pista que se desvía a nuestra derecha. Iniciamos un lento descenso. la tierra se torna rojiza y aparecen las primeras moles conglomerado.

En lo más profundo del valle nos recibe la frescura de un sombreado bosque de ribera y los omnipresentes pinos. Las aguas del río Linares se convertirá durante los próximos kilómetros en nuestro guía y compañero.

Nos acercamos hasta el área recreativa de la Cueva de los Casares. Aprovechamos las instalaciones para hacer una parada y hacer los bocadillos de rigor. La soledad es absoluta, solo nos vigila la alta atalaya.

Cueva de los Casares
Cueva de los Casares

La Cueva de los Casares es una cueva caliza y en su interior se esconde una de las muestras más excepcionales de arte paleolítico de la provincia de Guadalajara. Las primeras ocupaciones de esta cavidad se remontan al Paleolítico Medio por grupos neanderthales (hace unos 60.000 años). Las representaciones que decoran sus paredes son grabados de fauna (caballos, ciervos, etc.) y alguna figura humana. Estas representaciones fueron realizadas en el Paleolítico Superior. También se han localizado fragmentos cerámicos que atestiguan su ocupación en épocas más recientes. Si duda, uno de los grandes tesoros arqueológicos de Guadalajara.

Dejamos atrás esta cavidad y nos adentramos en el Valle de los Milagros siguiendo el recorrido de la Georuta 2 (marcada por el Geoparque Molina-Alto Tajo). Los primeros metros transcurren rodeados por altas paredes en las que se distinguen los nidos de las aves rapaces. Las laderas aparecen jalonadas de grandes desprendimientos.

Zona de desprendimientos
Zona de desprendimientos

Una amplia pista recorre el valle siguiendo el curso del río Linares. En numerosos puntos hay que vadear el cauce por piedras situadas de manera estratégica, por lo que no será necesario mojarse los pies.

Valle de los Milagros
Valle de los Milagros

Un nuevo cartel, indicativos de los puntos más interesantes de la georuta, nos muestra el proceso de la erosión diferencial en las rocas. A partir de este punto el conglomerado adquiere relevancia, las paredes se vuelven más impresionantes a cada paso que damos. Too teñido de un característico color rojizo.

Conglomerados. Valle de los Milagros
Conglomerados. Valle de los Milagros

Sin dejar la pista llegamos a las esbeltas y altivas siluetas de las moles conocidas como Los Milagros y que dan nombre al valle. Dos baluartes que se han convertido en un símbolo. En sus alturas vertiginosas encuentran cobijo numerosas aves que ahora sobrevuelan sobre nosotros creando fantásticas sombras.

Los Milagros
Los Milagros

Tras pasar estos colosos, el paisaje pétreo cambia de forma sutil. Los colores rojizos dan paso a los colores grisáceos. Entramos en una zona de pizarras. En este punto dejamos la pista para adentrarnos por una senda que cae en picado a las aguas del famélico arroyo.

El río se convierte en arroyo, las amplia pista en estrecho sendero, el amplio valle en angosto barranco. Seguimos ahora las aguas del Arroyo de la Hoz que, en algunos puntos, tenemos que sortear para seguir las indicaciones de la ruta.

Arroyo de la Hoz
Arroyo de la Hoz

El sendero recorre sinuoso el estrecho barranco. Cuando parece que no va a encontrar salida un quiebro nos abre el paso entre las altas paredes. En algunos tramos podemos ver un camino construido, antiguas sendas caídas en desuso que nos facilitan el paso en los puntos más problemáticos.

Arroyo de la Hoz
Arroyo de la Hoz

Nos perdemos en las vistas limitadas, en la vegetación que crece al frescor del exiguo arroyo, el sonido de los pájaros y algún corzo despistado. Disfrutamos de este tramo agreste y solitario en el que nuestras voces son lo único que rompe la armonía de este idílico rincón.

El barranco se abre para dar paso al Barranco de la Hoz. Aquí una amplia pista rompe el encanto de los auténtico. Iniciamos una ligera subida hacia la Cueva de la Hoz (en la que también se han localizado restos arqueológicos, pero no es visitable).

Barranco de la Hoz
Barranco de la Hoz

El Barranco de la Hoz tiene una sorprendente tonalidad verdosa. En pocos metros salimos a zonas amplias de cultivo donde no hay rastro de árboles ni agua. El calor nos golpea con crudeza en los últimos dos kilómetros que nos llevan, de nuevo, hasta Santa María del Espino.

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RECORRIDO:

Hay tracks disponibles en https://es.wikiloc.com/

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INFORMACIÓN PRÁCTICA:
  • La Cueva de los Casares se puede visitar, para encontrar información al respecto, han creado una web: http://www.cuevadeloscasares.es/#!/-bienvenido/ 
  • Además de la Georuta que hemos realizado en esta ocasión (Georuta 2) existen otras georutas en el Parque Natural del Ato Tajo que permiten conocer (y aprender) aspectos acerca de la interesante geología de la región. Para más información se puede acceder a la web: http://www.geoparquemolina.es/web/guest




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