jueves, 15 de septiembre de 2016

Pueblos abandonados de la Sierra de Pela (Guadalajara-Soria)

La Sierra de Pela marca la zona limítrofe entre las provincias de Soria y Guadalajara. Es uno de esos rincones de la península golpeados por la dureza climatológica y la despoblación a partes iguales.

Este recorrido nos va a permitir acercarnos a siete pueblos abandonados, una iglesia hispano visigoda, una buena representación de iglesias románicas y al yacimiento arqueológico de Tiermes. No está mal para dos días de recorrido.

Día 1. Madruédano-Galve de Sorbe (47 km-830 m)


Por cuestiones logísticas iniciamos la jornada en el pequeño pueblo de Madruédano. Los primeros kilómetros transcurren por una diminuta carretera que nos lleva a un minúsculo pueblo rodeado de palomares: Modamio. Hay algunas casas arregladas que parecen indicar algo de vida los fines de semana, pero en nuestro pedaleo no nos cruzamos con nadie. Solo nos recibe la iglesia románica de la Natividad.

Modamio

En este punto abandonamos el asfalto para tomar una pista ancha y rodadora. Siguiendo un amplio valle, bordeamos las pequeñas colinas para conectar con la carretera SO-160. Esta vía, a pesar de ser bastante ancha, apenas tiene tráfico. Una cómoda bajada nos lleva hasta el pueblo de Retortillo de Soria, punto común con el Camino del Cid y el Sendero de Gran Recorrido GR-86.

Esta localidad conserva restos del recinto amurallado, que data del siglo XIV, así como un bien conservado centro urbano.
 
Retortillo de Soria

Tras una breve visita nuestras ruedas nos llevan de nuevo a la carretera que seguimos en leve ascenso hasta iniciar una vertiginosa bajada hacia Miedes de Atienza. La carretera desciende incrustada en un cortado que sirve de paso natural a través de la línea divisoria que conforma la Sierra de Pela. Hemos abandonado la provincia de Soria para adentrarnos en el territorio del norte de Guadalajara.

Descenso hacia Miedes de Atienza
  Descenso hacia Miedes de Atienza

No llegamos a entrar en Miedes ya que nos desviamos por una carretera de menores dimensiones: la GU-145. Bordeamos el Alto de Baldeibáñez, que queda a nuestra derecha. Superando pequeñas ondulaciones llegamos a la población de Hijes

En Hijes los edificios de piedra rosada son su característica principal. La Iglesia de la Natividad conserva el ábside románico, pero prácticamente todo lo que se puede contemplar pertenece a las reformas realizadas enlos siglos XVI y XVII. En esta localidad se excavó, por el marqués de Cerralbo entre otros, la necrópolis de Los Arroyuelos. Aprovechamos para refrescarnos en el agua de su fuente. 
 
Iglesia de la Natividad. Hijes
Iglesia de la Natividad. Hijes

 La carretera nos permite avanzar a buen ritmo hasta desviarnos para tomar una pista poco transitada que sigue la Cañada de los Fuentarrones. El trazado se pierde debajo de las jaras y los matorrales. 

Pista perdida
 Pista perdida

Este tramo se puede evitar por carretera, pero no es excesivamente largo y se acorta un poco el trayecto por asfalto. Al final de la pista conectamos con la carretera CM-110. Esta carretera la seguimos durante unos tres kilómetros para desviarnos por una carretera sin apenas tráfico, la GU-213. 

Desde este punto tenemos una buena panorámica del Alto del Rey que se perfila contra el cielo. Nos adentramos en un tramo más fértil que el que hemos recorrido hasta el momento. Los robles, las encinas y las jaras ganan terreno. 

Alto Rey
Alto Rey

Sin mucho esfuerzo llegamos al pueblo de Albendiego. Aquí es imprescindible acercarse hasta la Iglesia románica de Santa Coloma (s. XII, ampliada en el s.XV), uno de los mejores ejemplos existentes del románico rural de la provincia de Guadalajara. 

Ábside. Iglesia románica de Sta. Coloma. Albendiego
Ábside. Iglesia románica de Sta. Coloma. Albendiego

Tras una breve parada en el bar del pueblo (también vimos anunciado alojamiento) dejamos atrás Albendiego por los caminos que salen al norte del pueblo. 

Salida de Albendiego
Salida de Albendiego

Seguimos el Camino de la Fragua que discurre paralelo a la Sierra de Pela por su vertiente sur recorriendo las poblaciones que se asientan a sus pies: Condemios de Abajo y Condemios de Arriba 

Camino de la Fragua
Camino de la Fragua

Tras pasar por esta última localidad conectamos, de nuevo, con la carretera GU-213 que seguimos durante unos seis kilómetros para llegar a nuestro destino de la jornada: Galve de Sorbe. En esta población destaca el Castillo de los Zúñiga (o de Galve) construido en el s.XV y que en estos momentos espera paciente a que la intervención pública lo salve de la ruina, tras años en manos privadas. 

Castillo de los Zúñiga. Galve de Sorbe
Castillo de los Zúñiga. Galve de Sorbe

Día 2. Galve de Sorbe-Madruédano (66.5 km-1160 m)


Iniciamos el día igual que lo terminamos: siguiendo la carretera. En este caso la CM-1006 en dirección a Cantalojas, puerta de entrada al Parque Natural del hayedo de Tejera negra. Nos encontramos en una zona eminentemente ganadera, poblada y explotada desde antiguo por el ser humano. Prueba de ello son algunas construcciones que permitían el aprovechamiento de la naturaleza: canalizaciones para los molinos, puentes de paso hoy en desuso o muros de separación de tierras. 

Canalización de molino. Arroyo de la Dehesa
Canalización de molino. Arroyo de la Dehesa

Una vez pasamos el desvío para Cantalojas iniciamos un suave ascenso paralelos al Arroyo Vadillón. La noche ha dejado un ligero aroma a tierra y paja que resulta agradable, en una sutil mezcla con el olor del ganado que pasta en las amplias extensiones. Al iniciar el descenso hacia el pueblo despoblado de Villacadima (aunque no deshabitado ya que aún recibe algunos esporádicos visitantes veraniegos) percibimos un cambio radical en el ambiente. Atrás ha quedado la vegetación para dar paso a un terreno pedregoso y árido. 

La pequeña población de Villacadima encierra algunas maravillas bien escondidas entre sus edificios y los barrancos que la rodean. En el pueblo encontramos uno de los mejores ejemplos de la arquitectura religiosa románica de la provincia: la Iglesia de San Pedro. Sufrió numerosas reformas en el s. XVI, pero aún conserva el espléndido pórtico del s. XIII. 

Iglesia de San Pedro. Villacadima
Iglesia de San Pedro. Villacadima

   Pórtico. Iglesia de San Pedro. Villacadima
 Pórtico. Iglesia de San Pedro. Villacadima

También en las proximidades de esta localidad podemos encontrar las pinturas rupestres del Portalón, escondidas en el barranco formado por el Arroyo de Valquiciosa. Eso sin contar las posibilidades senderistas de la zona.

Salimos de Villacadima por el norte de la población donde se sitúa la fuente y los antiguos lavaderos (cuando pasamos estaban haciendo algunas obras). Seguimos pistas poco marcadas para alcanzar la parte alta de los suaves montes, allí donde los modernos y numerosos aerogeneradores intentan aprovechar el viento habitual de la zona. 

Conectamos en la parte superior con la carretera CM-110 que bordea por el sur la Sierra de Pela y nos adentra durante breves kilómetros, en la provincia de Segovia, al descender en dirección a Grado del Pico

Descenso a Grado del Pico
Descenso a Grado del Pico

No llegamos a entrar el pueblo de Grado. Nos desviamos por pista para bordear el Pico de Grado (1.517m) para entrar de nuevo, siguiendo pistas pedregosas, en la provincia de Soria

Con ligeras subidas y bajadas llegamos a Rebollosa de Pedro, donde no vemos un alma por la calle, aunque las viviendas parecen cuidadas. Continuamos por la carretera (aunque más bien parece una pista asfaltada) SO-P-4219. Aquí sí tenemos fuertes repechos, especialmente antes de la llegada al pueblo de Pedro

En Pedro, gracias a las indicaciones de un vecino, descendemos por una pequeña senda que bordea un antiguo molino para visitar la Ermita de la Virgen del Val de origen hispano-visigodo (s. VII). 
 
Descenso a la Ermita de la Virgen del Val
Descenso a la Ermita de la Virgen del Val

Ermita hispano-visigoda de la Virgen del Val (s. VII)
Ermita hispano-visigoda de la Virgen del Val (s. VII)

Hay una curiosidad más relacionada con este pueblo. A pocos kilómetros al norte de la localidad nace el río Pedro con un importante caudal de agua. Esta surgencia fue la encargada de aprovisionar de agua a la ciudad romana de Tiermes a través de un acueducto construido para tal efecto y del que hoy quedan algunos restos excavados en la rojiza roca de Tiermes. 

Abandonamos Pedro por las pistas que salen por el sur siguiendo las indicaciones de Sotillos. Tras una corta pero fuerte subida llegamos al pueblo abandonado de Sotillos de Caracena

Calle de Sotillos de Caracena
Calle de Sotillos de Caracena

 
 Iglesia de Sotillos de Caracena

Tras un breve paseo por las calles hoy silenciosas de Sotillos, entre escombros y vidas derrumbadas, proseguimos por pista. Nos adentramos en una zona asombrosamente verde y fresca, rodeados de una frondosa vegetación que contrasta con el paisaje que nos ha acompañado en los últimos kilómetros y que explica la ubicación de este pueblo. 

Salida de Sotillos
Salida de Sotillos

Las pista nos lleva en pocos kilómetros hasta el yacimiento arqueológico de la ciudad celtíbero-romana de Tiermes. Si no se ha visitado merece la pena acercarse al museo, a escasos kilómetros, para visitarlo y  hacer una visita guiada al yacimiento (el guía es muy bueno, sus explicaciones nos permitirá "ver" y comprender el yacimiento).

Es un yacimiento muy característico ya que parte de las estructuras que conserva se encuentran excavadas en la blanda roca de la zona, con un llamativo y característico color rojizo. Se conserva gran parte del foro, las gradas del teatro, parte del acueducto que alimentaba de agua a la ciudad, algún muro de las termas y diversas domus.

Pórtico del foro. Tiermes
Pórtico del foro. Tiermes
 
Gradas excavadas. Tiermes
 Gradas excavadas. Tiermes

Por si fuera poco justo en la parte más elevada del yacimiento se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de Tiermes. Un buen ejemplo de la arquitectura románica de Soria y que fue construida en el s. XII.

Ermita de Nuestra Señora de Tiermes
Ermita de Nuestra Señora de Tiermes

A pesar del interés que despierta en nosotros este lugar debemos continuar nuestra ruta. Desandamos algunos metros para retomar las pistas que nos llevan al pueblo abandonado de Manzanares siguiendo las señales del GR-86 (tiene un ramal que se acerca al yacimiento). Los últimos habitantes de este pueblo lo abandonaron en los años setenta.

Sin dejar las indicaciones nos enfrentamos a una dura subida, más por el firme que por la pendiente en sí misma, que nos lleva al silencioso Peralejo de los Escueros

Pueblo abandonado de Manzanares
Pueblo abandonado de Manzanares

En Peralejo retomamos la carretera para acercarnos hasta el desvío que nos permitirá acercarnos al pueblo abandonado de Rebollosa de Escuderos. Este pueblo presenta un aspecto desolador, muy acorde con el paisaje circundante. Destaca la iglesia, de importantes dimensiones, en su origen dedicada a San Gervasio y algún caserón que resiste estoicamente el paso del tiempo y el expolio de sus piedras. 

Rebollosa de los Caballeros

Rebollosa de los Caballeros
 Rebollosa de los Caballeros

Abandonamos Rebollosa aún con el eco de las ruinas para tomar la carretera SO-135. En uno pocos cientos de metros dejamos atrás la carretera para acercarnos a Cañicera, otro pueblo que ha quedado sumido en el silencio en la Sierra de Pela. Aunque en esta ocasión parece quedar una casa arreglada y habitada. 
  
Cañicera

Desde aquí iniciamos un fuerte ascenso que nos lleva a la parte alta de las lomas que nos rodean. En la parte más alta tomamos buenas pistas que, prácticamente en llano, nos llevan hacia el Castillo de Caracena, escoltados por el Barranco de las Gargantas a nuestra izquierda y el Barranco de los Pilones a nuestra derecha. Un poco más lejano se encuentra el interesante Cañon del Caracena donde se localizaron restos de la Edad del Hierro en el lugar conocido como Los Tolmos. El lugar encierra una gran belleza encajonada entre altas paredes, una buena ruta para los senderistas. 

El impresionante Castillo de Caracena fue construido en el s. XV por la familia Tovar sobre una construcción defensiva previa del s. XI. Algunos investigadores han identificado este castillo y la localidad como enclaves templarios. 

Castillo de Caracena

Castillo de Caracena
Castillo de Caracena

Desde el castillo un empinado descenso nos deja en el pueblo de Caracena donde hicimos una parada en el bar. En chico que atendía en el bar se ofreció a enseñarnos la Iglesia románica de San Pedro (s. XII) y no desaprovechamos la ocasión. Su interior es parco en decoración y casi anodino comparado con el exterior. A las afueras del pueblo también subsiste un puente medieval. 

Iglesia románica de Sam Pedro. Caracena
Iglesia románica de San Pedro. Caracena

Nos alejamos de Caracena siguiendo el amplio valle surcado por el río Caracena custodiado por la Ermita de la Virgen del Monte (s. XVII).

Ermita de la Virgen del Monte
Ermita de la Virgen del Monte

Desde la carretera se pueden ver las pistas que asciende por laslomas en desniveles más que apreciables, mis temores se confirman cuando veo como nuestro recorrido tuerce dirigiéndose de forma decidida hacia estas pistas. Sin duda es uno de los tramos más duros de la ruta, pero no hay muchas posibilidades para salir del valle en el que nos encontramos. El desnivel unido a la cantidad de piedras sueltas del terreno hacen que tenga que enfrentarme a la subida a empujones. 

Sin embargo este esfuerzo nos permitirá acercarnos al último de los pueblos abandonados del recorido: El Pozuelo. Se sitúa en una zona llana de un altozano, un lugar árido y solitario. Cuando llegamos a la puerta de su iglesia un aire tórrido y reseco nos llena los pulmones. Las casas sucumbieron hace tiempo a su propio pesa. Solo la iglesia de Santa María Magdalena parece resitir con cierta dignidad el goteo de los días. Nos acercamos al cementerio donde la sensación de olvido es aún mayor al contemplar las lápidas de aquellos que esperaron ser recordados. 

Iglesia de Sta. María Magdalena y cementerio
Iglesia de Sta. María Magdalena y cementerio

Escuela. El Pozuelo
Escuela. El Pozuelo

Con un inteso calor descendemos hacia La Perera que atravesamos para recorrer los últimos kilómetros. Inicialmente seguimos una pista que abandonamos para adentrarnos en un pequeño barranco formado por el Arroyo de Modamio, aunque no vemos agua por ninguna parte. 

Barranco del arroyo de Modamio
 Barranco del arroyo de Modamio

El barranco lo recorrer una pequeña pista poco transitada que ponen un fantástico punto final al recorrido antes de regresar a las calles de Madrúédano

 Madruédano
 Madruédano

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RECORRIDO:



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INFORMACIÓN ADICIONAL:


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BIBLIOGRAFÍA:

  • ALONSO, PILAR; GIL, ALBERTO. Pueblos abandonados. Editorial Susaeta.
  • HERRERA CASADO, ANTONIO. El románico de Guadalajara. Editorial aache.
  • MARTÍNEZ, MARÍA LARA. Enclaves templarios. Editorial edaf. 
 
  

jueves, 8 de septiembre de 2016

Montañas de León: Omaña, Babia, Luna y Laciana (León)

Hacía mucho tiempo que teníamos ganas de acercarnos a este rincón de León, especialmente a la zona de Omaña. Encontramos el momento idóneo ante la necesidad de huir del calor del centro del país.

Es una ruta dura desde el punto de vista físico, no así técnicamente ya que no entraña ninguna dificultad. El recorrido lo realizamos en dos días y supuso un gran descubrimiento, la zona encierra grandes posibilidades para la bicicleta, pero sin olvidar los fuertes desniveles.

Día 1. El Castillo-Villablino (70 km-1600 m)


Iniciamos el recorrido en el pequeño pueblo de El Castillo, donde vimos señales del Camino de Santiago, el correspondiente al viejo camino de la montaña (habrá que investigarlo). Los primeros compases los damos siguiendo estas indicaciones que nos llevan por un camino paralelo a la carretera hasta el pueblo de Vegarienza.

Camino a Vegarienza
Camino a Vegarienza

Una vez en el pueblo el ensueño de los caminos fáciles se desvanece cuando veo la fuerte pendiente por la que tenemos que ascender (el camino está marcado como ruta de bici). Es un camino pedregoso que nos lleva a situarnos por encima de la iglesia siguiendo el Cordel de las Merinas

Yo me veo obligada a sufrir mis primeros metros empujando la bici, pero ganamos altura rápidamente. Nos situamos en la parte alta del cordel con continuas subidas y bajadas. 

Cordel de las Merinas
Cordel de las Merinas

A una altitud de unos 1300 metros los colores ocres y marrones presiden el paisaje, muy seco a estas alturas del verano. La altura nos permite tener unas fabulosas vistas de los picos de cumbres redondeadas que nos rodean, muchos de ellos sobrepasan los dos mil metros de altitud.

Zona alta del Cordel de las Merinas
 Zona alta del Cordel de las Merinas
 
Llegamos a la diminuta localidad de Villadepán donde no vemos un alma. Salimos del pueblo para tomar una amplia pista que, primero llaneando y posteriormente en fuerte descenso nos lleva hasta tomar la carretera que serpentea al compás del Arroyo de Sabugo
 
Descenso hacia el Arroyo de Sabugo
Descenso hacia el Arroyo de Sabugo

El contacto con el asfalto nos proporciona un leve descanso. A los pocos metros nos desviamos al pueblo de Sabugo para volver a tomar una amplia pista. Aquí compartimos, pero en sentido inverso, vía con un gran grupo de vacas que cobardes no se atreven a pasar. Al final desmontamos para permitirles el paso. Una vez superado este pequeño encontronazo iniciamos una suave subida hacia el fondo del valle.

Salida de Sabugo
Salida de Sabugo

Pero, de nuevo, nos sorprende una fuerte desnivel para poder acceder a la Collada de Sabugo (1425 m). Por segunda vez, tengo que recorrer los últimos metros de desnivel empujando mi bici por una senda pedregosa.

Subida a la Collada de Sabugo
Subida a la Collada de Sabugo

Una vez en el punto más elevado solo nos queda descender hasta la población de Serna. La pista es algo pedregosa pero permite realizar el descenso sin problemas.

Descenso a Serna
Descenso a Serna

Desde Serna seguimos la carretera, lo cual nuestras piernas lo agradecen, para llegar a Murias de Paredes. Compramos pan y nos damos un merecido descanso con un bocadillo entre las manos. Por delante aún nos queda mucho recorrido, así que es mejor reponer. También cogemos agua en la fuente de agua fresca y buena. 

Salimos de Murias de Paredes por una pista mala. Es pedregosa y empinada, para luego descender hasta el Arroyo de Cativo. Pero todo lo baja vuelve a subir, así que tras pasar el arroyo nos enfrentamos a fuertes pendientes para recuperar la altura perdida, para alcanzar el Puerto de la Magdalena (1436 m). A medida que avanzamos por la pista no hago más que pensar en porqué no  hemos seguido la carretera que llevamos unos 50  metros sobre nuestras cabezas (seguramente esta opción es más razonable y evita un fuerte desnivel). 

Salida de Murias de Paredes
Salida de Murias de Paredes

 Desde el puerto nos desviamos por una pista para enlazar con la carretera que nos lleva, en unos pocos metros, hasta el bonito pueblo de Vivero. A nuestro alrededor solo vemos altas montañas, por lo que presupongo que nos toca subir unos cuantos cientos de metros. Ante la perspectiva opto por coger más agua en la fuente y, con la excusa, hacer una breve parada. 

Viveros
 Vivero

La salida del pueblo parece presagiar una fuerte subida. Sin embargo, el camino no es tan duro como en un principio suponíamos y avanzamos rápido. Acompañamos al cauce del Arroyo de Vivero por una pista agradable, que se abre paso entre las montañas con interminables curvas. 

Pista paralela al Arroyo Vivero

Pista paralela al Arroyo Vivero
Pista paralela al Arroyo Vivero

La pendiente se hace más fuerte al desviarnos. Abandonamos el valle del Arroyo de Vivero para seguir ahora el escaso cauce del Arroyo del Portillín (este nombre no presagia nada bueno). Aunque se hace mas dura la progresión aún es asequible. Ya desde lejos observo con pesar la subida que nos espera par acceder al collado. 

Camino del collado
Camino del collado

Mis temores se confirman y para llegar hasta el Collado del Portillín (1696 m) tengo que hacer los últimos metros andando. Pero el esfuerzo es recompensado cuando las hermosas montañas nos dan la bienvenida y observo las extraordinarias vistas.

Collado del Portillín (1696 m)
Collado del Portillín (1696 m)

Vistas desde el Collado del Portillín
Vistas desde el Collado del Portillín

Desde este punto iniciamos el descenso. La pista es muy mala, con mucha pendiente y muchas piedras que nos obligan a extremar las precauciones para evitar alguna caída. La bajada se hace larga y los brazos empiezan a picar, pero el sitio es impresionante. 

Descenso desde el Collado del Portillín
Descenso desde el Collado del Portillín
 
Llegamos a Salientes con la música del agua de su fuente, una bendición. A partir de este punto progresamos más deprisa ya que seguimos el asfalto que, paralelamente al Arroyo Valseco, nos lleva a la localidad de Valseco y a Matalvilla, tras bordear el paupérrimo Embalse de Matalavilla. Siguiendo esta carretera accedemos al Valle del Río Sil.

Valle del Río Sil
Valle del Río Sil

Recorremos el Valle del Sil por carretera cómoda. Nos unimos a una carretera más transitada en Pacios del Sil, donde una vía férrea abandonada me hace pensar que una vía verde por su trazado estaría genial. 

Palacios del Sil
Palacios del Sil

Cuando ya me hago a la idea de no tener más subidas, he aquí que nos queda una: a Rabanal de Arriba, eso sí por asfalto, pero eso no hace que la pendiente sea menor. Tras esta población tomamos un camino que nos lleva hasta una explotación minera a la entrada de Villablino

Estoy tan cansada que reuso recorrer los 500 metros escasos que nos separan del poblado castreño de La Muela que viene indicado en un cartel. Por supuesto, me terminé arrepintiendo, pero ahora mismo el dolor de mis piernas termina venciendo a mi curiosidad.  


Día 2. Villablino-El Castillo (63.5 km-1250 m)


Salimos de Villablino sin prisas siguiendo la carretera. Seguimos hacia las indicaciones del poblado castreño de La Zamorana (creo que tendremos que volver de visita por el lugar para ver los yacimientos), pero nos desviamos antes de llegar. Y nos encontramos la primera cuesta del día para llegar al pueblo de Robles de Laciana con la preciosa iglesia románica de San Julián (s. XI), para descender, de nuevo, a la carretera. 


Iglesia románica de San Julián (s. XI)
Iglesia románica de San Julián (s. XI)

En la localidad de las Trapiechas nos desviamos para iniciar la subida hacia el Santuario de Nuestra Señora de Carrasconte (s XVII). Es una subida dura, por pista no muy buena y, para empeorar las cosas, bastante larga. Un buen tramo me lo hago andando, pero el lugar donde se localiza el santuario no está nada mal y hace que se nos olvide pronto el sufrimiento.

Subida al santuario
Subida al santuario

Santuario de Nuestra Señora de Carrasconte (s. XVII)
Santuario de Nuestra Señora de Carrasconte (s. XVII)

Lo siguientes kilómetros nos llevan en una rápida bajada por asfalto hasta Piedrafita de Babia y Quintanilla de Babia. A partir de esta localidad el camino es una auténtica delicia. Combinando pequeños tramos de asfalto con anchas pistas, avanzamos rodeados por un ambiente de moles montañosas. Tenemos algún pequeño repecho, pero muy  llevadero, y es un tramo muy disfrutón. 
 
Tramo de asfalto
Tramo de asfalto

Tramo de pista
Tramo de pista

Montañas de Babia
Montañas de Babia

Bordando montañas y acompañados por pequeños arroyos llegamos a la localidad de Riolago donde no nos podemos resistir a comprar unas pastas de almendras. Además aprovechamos para recargar agua en la fuente situada enfrente del Palacio de los Quiñones (s. XV).
 
Palacio de los Quiñones (s. XV)
Palacio de los Quiñones (s. XV)

Todavía tenemos por delante un buen tramo de buenas pistas. No encontramos con alguna cuesta más pronunciada, pero nada que nuestras piernas no puedan superar. Hasta Villasecino seguimos por bonitas pistas. 

Pista hacia Villasecino

Pista hacia Villasecino
Pista hacia Villasecino
 
En Villasecino enlazamos con la carretera CL-626 que seguiremos durante seis kilómetros. Es prácticamente llana lo que nos permite, por primera vez en todo el recorrido, considerar que vamos deprisa. La carretera no tiene mucho tráfico y se adentra en el Valle del río Luna en dirección al Embalse de los Barrios de Luna

Abandonamos la carretera principal a la altura de Sena de Luna para seguir una carretera secundaria. Decidimos parar en un área recreativa a orillas del río Luna (con bastante sombra) para descansar y comernos un buen bocadillo, porque en los próximos kilómetros empieza lo bueno.  

Tras el avituallamiento iniciamos el ascenso. La subida es suave mientras seguimos el asfalto que nos lleva hasta aldea de Abelgas de Luna, por fortuna rodeados de un frondoso bosque de ribera que nos regala una buena sombra. 

Carretera a Abelgas de Luna
Carretera a Abelgas de Luna
 
En Abelgas se acaba el asfalto. Salimos del pueblo por una pista encajonada entre moles calizas y atravesamos el río de Pereda por un precioso puente. 

Salida de Abelgas de Luna
Salida de Abelgas de Luna

Puente sobre el río Pereda
Puente sobre el río Pereda

Al pasar el puente la subida se hace más dura y la pista empeora. Seguimos una pista que remonta el valle recorrido por el Arroyo Guariza, ganando altura rápidamente. Las vistas son espectaculares miremos hacia donde miremos. Y parece imposible que exista un paso para cambiar de valle. La tranquilidad solo se ve rota por los cencerros de vacas y caballos que pastan a nuestros pies. 

Ascendiendo por al valle

Ascendiendo por al valle
Ascendiendo por al valle

Casi en la cabecera del valle nos desviamos por una pista con mayor pendiente y peor firme, de oscura tierra suelta. Las piernas se quejan ya en las primeras pendientes. El valle va quedando abajo mientras nos acercamos al Collado del Remansadero, que permite el paso al Valle de Omaña

Últimos metros al Collado del Remansadero (1507 m)
Últimos metros al Collado del Remansadero (1507 m)

Ahora sí que nos toca bajar. Después de un breve descanso iniciamos un rápido descenso, con precaución ya que la pendiente es bastante acusada, hasta el pueblo de Salce

Descenso a Salce
Descenso a Salce

Ingenua de mí pensaba que ya no teníamos más subidas, pero nada más lejos de la realidad. En Salce nos desviamos por una pista con cortos pero fuertes desniveles, que a estas alturas del recorrido escuecen. 

Nos enfrentamos a continuas bajadas y subidas para superar los pequeños valles formados por los arroyos que discurren por estas montañas. Pero al ganar altura tenemos una bonita perspectiva de las montañas de las que hemos bajado. 
 
Pista a Cornombre
Pista a Cornombre

En la localidad de Cornombre paramos un buen rato y reponemos agua fresca. Seguimos por carretera hasta la desértica aldea de Manzaneda de Omaña

Manzaneda de Omaña
Manzaneda de Omaña

Le pondremos la guinda al recorrido siguiendo una pequeña senda que serpentea siguiendo el cauce del río Santibáñez por un precioso valle, algo seco tras un verano parco en agua.

Valle del río Santibáñez

Valle del río Santibáñez
Valle del río Santibáñez

La pista nos deja en la carretera que CV-128 que nos lleva a las localidades de Santibáñez de Arienza y, finamente, a El Castillo
Una ruta bastante dura, con fuertes desniveles, pero que hará las delicias de los que les gusten las rutas cicloturistas fuera del asfalto y no les importe tener que empujar en algún punto. Los paisajes son espectaculares. La soledad del recorrido siempre le da un  punto de aventura, fuera de las rutas mas trilladas. 
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RECORRIDO:
 

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