sábado, 2 de abril de 2016

Canal del Garonne y el Canal du Midi en BTT (Francia)

Está es una ruta muy clásica entre los cicloturistas y una de sus principales razones es que no tiene más dificultad que la distancia a salvar. Los caminos apenas presentan desnivel, lo que la convierte en una ruta ideal para iniciarse en las aventuras cicloturistas. También tiene algún que otro inconveniente, el principal de ellos es que es tan llano y el paisaje tan parecido que termina resultando monótono y en algún tramo, especialmente recto, se hace un poco sufrido.

Esta ruta nos permite atravesar el sur de Francia de oeste a este (o al contrario en función del sentido elegido, para ello hay ue tener en cuenta los vientos que dominen en el momento de iniciar la ruta), uniendo la ciudad de Burdeos con la ciudad de Sète.

Nosotros realizamos este recorrido en seis días, pero todo depende de los kilómetros que uno esté dispuesto a hacer al día, ya que, como hemos comentado, la ruta permite alargar las jornadas. Además comentar que hicimos la ruta a finales del mes de enero, con un tiempo fantástico y el atractivo añadido de no encontrar apenas gente en el recorrido, por lo que no tuvimos ningún problema con los alojamientos.

Iniciamos la ruta en la ciudad de Burdeos, que bien merece una visita pues la ciudad tiene sus encantos.

Burdeos

La salida de Burdeos se nos complicó un poco hasta enlazar con el canal, por lo que resultó el día de mayor desnivel. La salida la realizamos por carreteras secundarias, muy bonitas, pero que en su construcción no parecían muy preocupados por evitar los desniveles. 


Salida de Burdeos

Al enlazar con el Canal del Garonne la perspectiva cambia de forma radical.

Inicio del Canal del Garonne

Este canal navegable se construyó a mediados del siglo XIX como continuación del Canal du Midi y tiene una longitud aproximada de algo menos de 200 kilómetros. La unión de ambos canales se conoce como el Canal de los dos mares, por unir el Mar Mediterráneo con el Atlántico.

A lo largo de todo el Canal del Garonne encontramos una vía verde que ha sido acondicionada, asfaltada en todo su recorrido, lo que hace que sea especialmente cómoda para las bicicletas. 



Canal del Garona
 
A lo largo del canal se pasa por numerosos pueblo, algunos de ellos bastante pequeños, y se pueden ver grandes casas que se abren hacia el canal, muchas de ellas mostraban un estado de abandono importante. 

 Pueblo en el margen del canal

 Casa con vistas al canal

También es bastante curioso ver las grandes barcazas que descansan en el canal y que, en muchos casos, son utilizadas como viviendas, en otros casos sencillamente como embarcación de recreo. 


Barcazas en el canal

Como ya comentaba al inicio el recorrido es muy llano, y esto permite coger velocidad y hacer bastantes kilómetros, en alguna de las jornadas superamos los cien kilómetros sin mucho problema. La monotonía del recorrido se ve compensada por algunas estampas preciosas.

 El Canal del Garonne nos lleva hasta la ciudad de Toulouse, una ciudad grande y no muy agradable para la bicicleta. En esta ciudad abandonamos el Canal del Garonne para acompañar durante los próximos días al Canal du Midi


Primeros compases. Canal du Midi

El Canal du Midi se construyó en la segunda mitad del siglo XVII, en pleno reinado de Luis XIV, en un momento en el que este tipo de construcciones proliferaban en toda Europa como un medio de comunicación rápido que pudiera sustituir al más lecto, y generalmente peligroso, tráfico terrestre. Como ocurrió con casi todas estas construcciones, no llegó a sacarle todo el beneficio que se esperaba. La llegada del tren terminó con las aspiraciones económicas de esta construcción. Actualmente tiene una finalidad turística. 
 
La diferencia principal entre los caminos que acompañan a ambos canales es que en esta segunda parte abandonamos los caminos asfaltados, para seguir caminos menos acondicionados. Después de tantos kilómetros monótonos por asfalto agradecimos un poco de senda. 

Camino del Canal du Midi

También los caminos resultaban más tranquilos, quizá ayudado por el hecho de que nuestro ritmo disminuyó bastante dado que el firme no era tan favorable, pero esto también permite disfrutar más del paisaje que nos rodea. Incluso encontramos algúno que otro bañista en la orilla, no muy simpático, todo sea dicho.

Cisnes

Como los caminos eran más estrechos y pedregosos la sensación es mucho más rural y, personalmente, nos gustó bastante más esta segunda parte del recorrido.  Los caminos no son tan rectos, por lo que no se hace tan monótono.


Durante el recorrido también podremos ver instalaciones que permitían, y permiten, navegar por este canal, que actualmente se sigue utilizando aunque ya no tenga un uso comercial. Entre estas instalaciones son especialmente importantes las esclusas que permiten salvar el desnivel a lo largo del recorrido. Encontramos algunas esclusas simples, pero en otros casos forman verdaderas cascadas.


Esclusas

Puentes y otras construcciones nos permiten seguir el canal sin ningún problema a los largo de todo el recorrido. 


Al igual que en el Canal del Garonne nos encontramos con numerosas barcazas que están ancladas a la orilla del Canal. En algún pueblo la estampa es casi marinera con las barcazas amarradas en la puerta de las casas. 



El recorrido pasa muy cerca de algunos lugares interesantes para visitar, quizá uno de los más importantes, y que bien merecen una visita, es Carcassonne, un espléndido pueblo medieval que hará las delicias de los amantes de la fotografía y de las visitas culturales. Nosotros no nos detuvimos por dos razones, la primera porque ya la conocíamos (si no hubiéramos parado) y la segunda porque es considerablemte más cara que otras localidades, así que buscamos lugares más acordes con nuestro bolsillo. 

En los último kilómetros se percibe el olor a salitre, la vegetación es más escasa, y la brisa del mar empieza a soplar. Pero los caminos nos dejan disfrutar durante unos cuantos kilómetros más de los últimos compases. 


 
El recorrido acaba en el Étang de Thau, donde se localiza el faro que marca el objetivo alcanzado. Se trata de una inmensa depresión marina unida al Mar Mediterráneo en Sète. 

Étang de Thau

Una vez alcanzado este punto nos queda recorrer la playa y caminos arenosos que nos separan de la localidad de Sète, desde donde cogimos, al día siguiente, un tren que nos llevó hasta Burdeos de nuevo. Este tramos se hizo un poco duro, puesto que llevamos fuerte aire en contra y la arena en algún punto hizo difícil la progresión.

Playa camino de Sète

Sète marca el final de nuestro viaje. Un viaje sencillo, tranquilo, sin apenas desnivel, un trayecto ideal para los que se inician en largos viajes con la bicicleta. Un camino para disfrutar, aunque intuyo que es  mejor evitar el verano, porque debe ser bastante transitado y caluroso. 

 Sète
 
En esta ocasión no indico ninguna información adicional puesto que el track se localiza fácilmente en internet y hay numerosas páginas de información por ser un recorrido bastante nococido.
 

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